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OTRA VEZ LA BASURA

Hacia mediados del mes pasado dístintas demandas gremiales provocaron la acumulación de unas 16.000 toneladas de residuos en los barrios porteños.
Vale recordar que al paro de 48 horas llevado a cabo por  los gremios de la Asociación Gremial de Obreros y Empleados del Ceamse contra el cierre de los rellenos sanitarios, que ponen en peligro su continuidad laboral: se agregó otro por 24 horas de la cooperativa de recicladores del relleno de José León Suarez, en reclamo a la falta de respuesta a percibir un canon por toneladade basura reciclada y mejora en las condiciones laborales.
El resultado de las medidas de fuerza fue la acumulación de bolsas de residuos en todas las calles de la ciudad y, por lógica: como sucede cada noche de recolección normal; cada una de ellas fue abierta por el ejército de recicladores y sus contenidos a la vista de todos.
 Y aquí, viene la otra cuestión.
De la observación del contenido de cada bolsa abierta, así como se permite analizar la conformación dela basura, en base a sus proporciones de productos órganicos y reciclables: también se puede deducir el comportamiento de los vecinos.
Y, ese comportamiento, tiene que ver con estas oportunidades.
En las que un alerta meteorológico o la práctica de un paro de recolectores, preanuncian problemas en la higiene urbana.
Frente a ellas, tanto los vecinos como los encargados de consorcios, actúan con total desprecio por las mínimas condiciones de salubridad.
Las bolsas van a parar a las veredas o las esquinas de nadie y su acumulación se torna inevitable.
Y en el interior de cada bolsa aparecen las inexistentes muestras de solidaridad, educación y respeto por las normas de vida comunitaria.
¿Cómo justificar que en medio de una medida de fuerza de los recolectores anunciada con anterioridad, los vecinos sean incapaces de retener en sus casas los residuos inorgánicos?.
Ver como envases de plásticos, cajas de pizzas, sandalias de verano ¡¡si!!, zapatillas, muñecos viejos, tachos de pintura, cobertores de telgopor,entre todos los etcéteras que pude ver en los tres días de acumulación indiscriminada y que solidariamente, pudieron decorar por tres días los rincones del lavadero en lugar de quedar desparramados por todas las veredas, me provocaron una sensación de asco tal, que dan origen a esta nota.
Ese desprecio por el otro, que no es patrimonio exclusivo de nuestra comunidad, se pone de manifiesto cada vez que se reclama atención frente a este tipo de problemática.
Sin embargo, ello no será inconveniente,para que mañana sean quienes protesten por el estado de deterioro que se manifieste en la ciudad.

 
   
   
 
 
   
 
 
 
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