Luego de tres meses de recorrido estelar por el barrio, la Luna de Las Cañitas, entró en eclipse.
El cono de sombras pareciera haber alcanzado a todos los actores del mentado conflicto ocasionado por la supuesta cesión del predio de la Asociación Vecinal El Rosedal a la red de clubes Megatlon.
Los últimos indicios del accionar de las partes, por un lado los denominados "vecinos rescatistas" y por el otro, los actuales dirigentes de la entidad; fueron publicados en nuestra última aparición.
En esa edición, dimos cuenta del evento convocado por los vecinos frente a las puertas de El Rosedal y también, a la exposición dirigencial, cuando hicieran uso del derecho a réplica ofrecido desde la Dirección de El Vocero.
Lo cierto, es que luego de más de 90 días, nada está claro.
Salvo que, las puertas de la Asociación, siguen cerradas y la actividad es nula.
Las prometidas asambleas,  pregonadas por los vecinos rescatistas, ya no se llevan a cabo y se desconoce si continúan las acciones, que dijeran haber iniciado, ante distintos organismos públicos.
Desde la dirigencia del club, tampoco han trascendido más detalles, salvo los que difundieramos a través del derecho a réplica expuesto en la nota "La otra cara de la Luna", cuyo contenido no ha sido lo suficientemente claro, en cuanto a los cuestionamientos, que según ellos, enarbolaran los vecinos.
Sí son ciertos los argumentos dirigenciales en cuanto a que el club es de los socios y sólo ellos, están en condiciones de elegir sus autoridades; pero no han detallado la cantidad de socios con que cuenta la entidad actualmente, si existe una conscripción de socios que permita engrosar las arcas de la institución y cuales las razones porque se les ha negado a vecinos interesados la posibilidad de asociarse.
Otros cuestionamientos, tienen que ver con la falta de recursos para la realización de las obras de mantenimiento, que la dirigencia estima imprescindible para la realización de actividades y la seguridad de los deportistas.
Es por eso, que llama la atención, entre los vecinos, la sucesiva y continuada paralización de las distintas disiplinas que se desarrollaban en el predio de la entidad, desde la salida del gimnasio de María Inés Ibaldi hasta las últimas prácticas de artes marciales, que según dicen respondieron al incremento permanente y significativo, que demandaba la insitución para la renovación de los espacios contratados, con lo cual la falta de esos ingresos, serían agravantes de la situación financiera.  
También fue motivo de curiosidad entre los vecinos, la toma de conocimiento de que dentro de la institución hubieran otros que "son los que verdaderamente vivieron a lo largo de los años a costa del club, con alquileres cuasi inexistentes para que pudiesen fomentar y masificar dichas actividades deportivas y que aprovechando esta situación ventajosa, estos mismos, subalquilaran a cuatro o cinco disciplinas dieferentes, percibiendo de esta manera una renta superlativa", al decir de los dirigentes.
Concluyen los vecinos, que dada tamaña situación, es difícil que la entidad llegara a buen puerto ante tan concluyente inactividad dirigencial.
Algunas versiones, han dejado trascender, que habría una situación jurídica que debiera resolverse, ya que se estarían por cumplirse los 99 años de la cesión del predio a la inicialmente sociedad de fomento, con lo cual, cabrían las posibilidades de su retorno al gobierno porteño, situación que El Vocero, no ha podido llegar a verificar.
Lo cierto, es que el club continúa cerrado.
Sus paredes pintadas con acusaciones y reclamos, anuncian un final desconocido.
El cono de sombras sigue ocultando a La Luna de Las Cañitas.