«Secret Garden» en el Botánico
Experiencia Secret Garden en el Botánico
Música de suspenso de fondo, juego de luces multicolores que iluminan las copas de los antiquísimos árboles y el frío de la noche porteña son los protagonistas de la experiencia Secret Garden, en el Jardín Botánico Carlos Thays.
Un espacio de 10.500 metros cuadrados, de las siete hectáreas y media que tiene el predio, albergan una propuesta diferente. Cada una de las 17 zonas donde se ven esculturas, carteles de neón y hasta la luna sorprenden.
Los caminos del jardín iluminados indican hacía adónde ir. Pero por momentos, todo es oscuridad y misterio. Solo se divisan las luces que se instalaron para dar vida a esta idea y, en determinadas zonas, aparece humo como si fuese niebla. Caminar por allí es como ser parte de un thriller, en donde no se sabe con qué se puede encontrar el público.
Nada está librado al azar. Cada zona fue pensada en detalle y da un mensaje. La casa principal del Botánico, de ladrillos a la vista, donde vivía el director del jardín y fue dependencia del Ministerio de Agricultura, inicia el recorrido. El mapping con la historia de Carlos Thays sobre la fachada se vuelve un cuento que incluye escritos, flores, libélulas, estrellas, el sol y la luna. Su amor por la naturaleza contagia.
“La felicidad anida más en la nobleza de un bosque que en el lujo sin verde”, se escucha la frase de Thays que da cuenta de la importancia de ese lugar para él. Es que el Botánico fue su sueño convertido en realidad. Ese sueño que lo hizo dejar su tierra natal, París, y radicarse en la Ciudad de Buenos Aires.
Tras conocer un poco de su historia, las flechas indican el primer punto para descubrir. Una fuente rodeada por mariposas y flores rosas y azules. El primer paraje enamora. El siguiente no se queda atrás. La luna gigante y estrellas titilantes sobre el pasto aparecen en la oscuridad. Detrás, los árboles se bañan de azul.
En cada paso, la música acompaña a quien visita el jardín. Y al igual que en la vida de Thays -se quedó en Argentina porque se enamoró-, en el Botánico el amor está presente. Una escultura con un corazón gigante se posa sobre una fuente redonda. Pero hay más.
«Amor propio. Amor libre. Te quiero sin límites. Che, me gustás. All you need is MUCHO amor». Estas y tantas otras frases de neón violeta, verde, amarillo, celeste y rosa acaparan la atención. El spot se vuelve uno de los más fotografiados. Ideal para el fondo de pantalla.
No todo es amor. En la experiencia aparecen instantes de tormentas e incendios, estrellas que iluminan el agua de una fuente y hasta un inflable enorme de una persona que está con la cabeza gacha sobre su brazo derecho y piensa.
«Ya se que estoy piantao, piantao, piantao; no ves que va la luna rodando por Callao; y un coro de astronautas y niños con un vals; me baila alrededor…». Ese recorte de «Balada para un loco», la obra de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer, recibe a quien atraviesa un camino con luces rojas triangulares. De esa manera, el tango, un género tan porteño y argentino, se une armoniosamente al camino nocturno.
De noche cruzar cada arcoiris de luces se vuelve normal en ese jardín encantado, donde el sueño de Thays revive con cada visitante.
Historia y entradas
La muestra podrá recorrerse desde este sábado y hasta el 31, todos los días de 18.30 a 22. Las entradas ya están a la venta y salen desde 3.200 pesos.
La iniciativa es un homenaje a Thays y la celebración de los 125 años de la creación del Jardín, en 1898.
Tiene unas cinco hectáreas destinadas a la flora argentina y otras dos a especies de los bosques templados de los cinco continentes. En 1996 fue declarado Monumento Nacional y representa un reservorio natural de enorme importancia por su localización en plena ciudad.