Locales cerrados: Palermo muy complicado

Las persianas bajas y los carteles de despedida pegados en las vidrieras se multiplican en las distintas avenidas y calles comerciales de la ciudad de Buenos Aires. Según una estimación realizada desde la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba), un 18% de los locales porteños cerraron desde que comenzó la cuarentena, a mediados de marzo, y no volverán a reanudar sus actividades.

El porcentaje corresponde a los relevamientos que realiza la federación entre las 62 zonas comerciales de la ciudad de Buenos Aires, donde se estima que hay cerca de 140.000 comercios en total. “Llevamos 90 días desde que comenzó la cuarentena. Los comercios se habían preparado para algo más corto y la incertidumbre fue llevando al cierre de los locales. Veníamos de dos años de recesión muy fuerte, con altas tasas de interés y los comercios son pymes que en lo cotidiano se financian con cheques. Se fueron desfinanciando”, señaló Fabián Castillo, presidente de Fecoba.

Desde que se fueron flexibilizando las medidas para la apertura de comercios —los que no estaban entre los rubros esenciales, desde locales de indumentaria hasta inmobiliarias—, el 80% de los que fueron habilitados abrieron. Por eso, desde el Gobierno porteño están analizando cuáles fueron los motivos por los cuales el 20% restante no reabrió, si fue por falta de personal, porque están convencidos de que no van a vender o si cerraron.

Desde el sector comercial, aseguran que ningún comercio pudo prepararse para enfrentar la situación actual. A muchos, los encontró sin mercadería, sin stock, en pleno cambio de temporada. “Fue una tormenta perfecta. El sistema hace que el comercio que va generando deudas y no puede financiarse tenga que cerrar definitivamente”, detalló Castillo.

Los locales gastronómicos en el barrio de Palermo, unos de los más afectados por las medidas de aislamiento (Adrián Escandar)

En las principales avenidas comerciales, la situación es aun más compleja, porque los aunque pertenezcan a los rubros habilitados, los locales no pueden abrir —no siquiera con los protocolos— por estar en zonas donde puede darse una mayor concentración de personas. En la avenida Santa Fe, desde Plaza San Martín hasta la avenida Pueyrredón, hay unos 500 locales, de los cuales hoy solo hay cerca de 15 abiertos, entre ellos maxikioscos, farmacias y supermercados.

“No sé hasta cuándo van a poder aguantar. El comerciante está descolocado y muy irritado. En la avenida vemos locales que están vacíos y tapiados con maderas y suponemos que ya no vuelven a abrir”, relató José Clavería, presidente de la asociación de Amigos de la Avenida Santa Fe.

 “Algunos pudieron arreglar el pago del 50% del alquiler y han postergado el pago de impuestos, aportes, IVA, pero siguen recibiendo las facturas de los servicios con valores que toman el promedio de los últimos meses y no tienen en cuenta que los locales no están funcionando”, advirtió Clavería. Los comerciantes de la avenida, donde predominan los locales de indumentaria y calzado, ven con desconcierto que locales que están a pocas cuadras —o incluso a la vuelta— pueden vender normalmente y que los supermercados incorporan cada vez más la venta de ropa sin restricciones.

Otro barrio donde hay un aumento de la cantidad de locales cerrados es Palermo, centro de la movida gastronómica. Entre los locales cercanos a la Plaza Serrano, una de las con más bares y restaurantes, hay cinco locales con persianas bajas en menos de dos cuadras. Santiago Olivera, dueño de la cervecería Bad Toro, en la estratégica esquina de Honduras y Serrano, cerró su local la semana pasada, luego de cuatro años.

Carteles y persianas bajas en distintas zonas de la ciudad de Buenos Aires (Adrián Escandar)

“Los gastos se acumularon y aguantamos todo lo que pudimos”, dijo Olivera a Infobae. Por el local, de varios pisos, venían pagando un alquiler de $400.000 por mes y habían logrado que el propietario les redujera el valor a la mitad. Pero los $200.000 mensuales, con el comercio cerrado, fueron imposibles de afrontar y el dueño prefirió no seguir acumulando deudas.

“Están llegando las facturas de servicios que toman el promedio de los últimos meses. Con el local cerrado, nos llegan facturas de $50.000 y $60.000, ya mandamos cartas documentos a las empresas para que vengan a medir lo que corresponde», agregó Olivera, que también está al frente de otros locales gastronómicos más chicos en la zona que por ahora se mantienen gracias al delivery take away, aunque eso solo representa un 10% o 5% de la facturación que tenían antes. “Cómo está Palermo hoy te impresiona. Todo cerrado. Lo único que funciona es el delivery para los locales que ya lo venían haciendo desde antes”, dijo.

Los locales más chicos de la zona están negociando pagar solo los servicios o reducciones en el alquiler o solo abonar sobre un porcentaje de la facturación, pero la mayoría está en una zona “gris” que no le permite realizar previsiones a futuro.

Según los últimos datos de CAME, a nivel nacional, las cantidades vendidas por los comercios minoristas en mayo descendieron un 50,8% frente al mismo mes del año anterior, medidas en cantidades. “Hay fuerte preocupación en los negocios por la falta de ventas. La mayoría ya implementó la modalidad electrónica, algunos invirtieron en publicidad en redes, aun así, la salida es poca y no se cubren los gastos fijos. Además, hubo problemas con los proveedores y las entregas no están llegando a tiempo”, destacaron desde la entidad.