«Hecho en Buenos Airees», cumple 22 años

La publicación que acompañó en todo sentido y logró darles una oportunidad de trabajo digno a las personas vulberables de la Ciudad de Buenos Aires logró pasar dos difíciles décadas y una pandemia. Los comienzos, los aprendizajes y los nuevos desafíos, más vigentes que nunca. Por Romina Calderaro.
Estudiaba en la guardia de un hospital con los mismos apuntes que usaba de almohada porque estaba en situación de calle. Y a pesar de que en la facultad lo marginaban porque «olía mal» y se lo hacían sentir en cada clase, logró recibirse de licenciado en Comunicación Social.

Fernándo Espósito no lo logró sólo con su fuerza de voluntad, sino con la ayuda de la gente de Hecho en Buenos Aires, revista para la que decidió ser vendedor y que lo acogió apenas él se enteró de que existía esa opción.
Cuando empezó a trabajar en HBA, Fabián Tanferro consumía pasta base desde hacía seis años y lo recibieron igual. Consiguieron una beca para pagarle una internación para desintoxicarse. Fabién, artista plástico, lo hizo, luego estudió para especializarse en tratamiento de adicciones y hoy puede trabajar en cualquier lugar del mundo. El cuadro que pintó antes de internarse fue comprado por 150.000 pesos por una coleccionista de arte parisina y él donó casi la totalidad del dinero a Hecho en Buenos Aires.
Dos ejemplos que valen como muestra de cientos de historias de vida de gente en situación de vulnerabibidad que vendiendo la revista Hecho en Buenos Aires, que este domingo cumple nada menos que 22 años, logró que sus vidas cambiaran. Y para bien.
Un largo camino

HBA sigue el modelo internacional de las revistas de su estilo, cuya renta obtenida con la venta se transforma en oportunidad de ingreso para personas en situación de calle. “La publicación se creó para generar una oportunidad de inclusión social y laboral, para personas que están sin trabajo y excluidas. Personas a quienes el sistema deliberadamente les ha cerrado las puertas”, solía contar Patricia Merkin, fundadora y editora de la revista, que falleció hace dos años, pero está más presente que nunca. Como dice su compañero Américo, que hoy dirige la publicación, «hacía el trabajo de diez personas y la revista salía sin ningún error».

Para tener un cuadro de situación del momento de creación de la revista, hay que remitirse al año 2000. Crisis total en la Argentina y casi ninguna red para las personas en situación de calle en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cuando empezó a funcionar, HBA tomó el ejemplo de The Big Issue, la revista del Reino Unido que a su vez integra la International New Street Paper, red en la que está inscripta Hecho en Buenos Aires. Hoy funcionan 120 revistas de esas características en casi 40 países del planeta.


HBA se puede comprar a los vendedores y vendedoras en la via publica a $250; ellos obtienen el 70% del precio de tapa. Suscribirse a la edición digital cuesta $250 al mes y se accede a través de Instagram (@hechoensasempresasocial)

Claro que el comienzo fue precario y en 22 años fue creciendo exponencialmente. Al principio, los capacitadores trataban no sólo de ofrecer una oportunidad laboral sino de ayudar a las personas en situación de calle en todo lo que pudieran.
Horacio Ávila, que fue vendedor de HBA, recordó a Télam esos tiempos. Está invitado al festejo de este domingo, a 22 años del punto cero. “Me acuerdo de que en esas época no había nada armado en la Ciudad para contener a la gente vulnerable y de haber hecho terapia en camioncitos”, dijo, además de recordar con mucho amor a Patricia Merkin, como todos en la organización.
Arte y Yoga, parte del crecimiento


Américo Gadpen, pareja de la fundadora del proyecto, Patricia Merkin, entró a la organización hace 14 años, pero desde lo que ama: el arte.Hoy en las sedes de HBA, los vendedores pueden desde pintar hasta hacer yoga. Se hizo cargo de la dirección hace dos años, desde que murió su compañera.


“Acompañamos a los vendedores para que se empoderen ante el público para poder vender, entran sucios malolientes y desgarrados y salen bañados, afeitados, secos, con ropa nueva”, cuenta de esta etapa

El efecto pandemia

En la sede funciona una especie de caja fuerte para quienes quieran depositar el dinero ganado para no sentirse tentados a gastarlo o recaer en alguna adicción. / Foto: Pepe Mateos.
El coronavirus afectó a todo el mundo pero sobre todo a las personas más vulnerables. Américo cuenta que se vieron desbordados, pero que según fue transcurriendo la pandemia, los vendedores mermaban más.

Estamos con menos de la mitad, antes teníamos 100 y ahora 30 vendedores. Por muchos motivos: en ese momento era imposible vender una revista salvo para los que tenían clientela. Hubo momentos en los que trabajamos para 10 que si no, no tenían para comer”.
El festejo

Mantener una revista como ésta 22 años en un país como la Argentina y en una Ciudad como Buenos Aires se acerca a la categoría de proeza. Por eso, este domingo hay un festejo importante.

“El 24 de julio de 12 a 18 hs en la Fundacion Mercedes Sosa -Humberto Primo 378- vamos a festejar con una redacción abierta a la comunidad. La entrada es libre y gratuita para que nadie se quede afuera. Para  apoyar el proyecto podés hacerlo ingresando a Instagram #hechoenbsasempresasocial y se puede elegir un regalo”, dijo Américo a Télam.

Y agregó que es es esencial que los interesados compren la revista online «para que Hecho pueda hacer más por los que menos tienen«.

Dignidad, la palabra clave

Fernando Espósito, que logró licenciarse gracias a su trabajo en HBA, dice que a la revista le debe «todo».
«Hecho en Buenos Aires me devolvió la dignidad, aunque mirado retrospectivamente yo nunca la perdí. Porque cuando yo caí a la calle y enfrenté la situación lo hice por dignidad. No me fui a someter a cualquier trabajo esclavo, no vendí droga, no salí a robar, no perdí la dignidad. Lo importante para mí es vivir con dignidad, es poder ir a los lugares con la frente en alta. Porque yo a ese tipo del Inadi al que le hablé para que me bajara una pasantía lo miro de frente, él baja la vista cuando me cruza, porque a mí hoy él me tiene que decir licenciado Espósito«, finalizó.
Fabián Tanferno, que no sólo pudo dejar la adicción a las drogas, sino estudiar para ayudar a los que tienen consumos problemáticos, dice que Patricia y Américo «apostaron por mí y yo tomé el desafío. El taller de arte me ayudó un montón porque pude expresar cosas que de otra manera no hubiera podido. No podía hablar, pero lo podía expresar por la pintura y ahí creamos una comunicación importante con Américo respaldada por Patricia y me interné. Hice el tratamiento de punta a punta a punta, me gradué, volví, seguí trabajando con la revista, no podía creer la cantidad la plata que hacía porque ya no la usaba para drogarme. Vendía más de 100 revistas por día, me sobraba plata y la guardaba acá en la caja de ahorro interna que tienen por si tenés una recaída y para que no te la afanen».
Pasaron 22 años y la revista sigue haciendo un trabajo que debiera hacer el Estado porteño. Ayudar. Pero no son súperpoderosos.
Fernando, que logró recibirse en situación de calle, que volvió a vender revistas después de la pandemia y que se peleó con una institución entera para no ser discriminado, es licenciado. Sim embargo sigue estando en situación de calle.