La alarmante inactividad del Congreso Nacional

La alarmante inacción del Congreso

En lo que va del 2023 hubo acción legislativa sólo en cuatro sesiones en Diputados y dos en el Senado. Se aprobó el 1% de los proyectos presentados, apenas 20 de 2.000.

Por Carolina Dávila para NU

A  pesar de reiterar hartas veces que la lógica legislativa siempre se ve modificada por la dinámica de los años electorales, no deja de sorprender la baja producción de leyes que se observó en el Congreso de la Nación en los últimos años.

Mientras la urgencia se hace presente en el terreno social, las coaliciones políticas intentan mostrar algunas señales, aunque sin demasiados resultados y con más daños colaterales de los que desearían sus integrantes.

Asimismo, los resultados de las últimas elecciones han creado una tormenta perfecta que arrasó con cualquier panorama de certezas. Las respuestas han cambiado porque también los interrogantes se vieron modificados y eso, en parte, muestra que ya nadie sabe hacia dónde va el electorado.

Aunque el cambio de paradigma ha demostrado en el mundo qué impronta tiene la política tradicional, las quejas y las elecciones de sus soluciones marcaron el puntapié inicial para comprender los porqués de los resultados.

En tanto, las críticas hacia la dirigencia política se enmarcan en el trabajo que realizan. Cuando la gente se pregunta: ¿qué se hace en el Congreso?, ¿por qué los legisladores tienen tantos asesores?, ¿por qué trabajan tan poco?, ¿por qué ganan más que cualquier trabajador común?, allí se encienden las alarmas.

En consecuencia, la canalización del enojo se ve reflejada en la radicalización al momento de elegir a los candidatos con ideas extremas o discursos “antipolíticos”. Y eso pone de manifiesto el descontento que hay con lo ya existente, con “lo viejo”, con lo que “ya no funciona” y ahí es donde comienza el calvario para los políticos de carrera, que no cumplen con las expectativas y las demandas sociales.

Como ya se publicó en este medio, durante 2023 el Congreso de la Nación aprobó solo el 1% de los proyectos presentados: de las 2.000 propuestas se sancionaron 20. Un estudio que realizó la Fundación Barbechando dio cuenta de por qué pasa lo que pasa al momento de ir a las urnas.

Pero no todo queda en esa cifra, sino que va más allá. Sin ir más lejos, recién la semana pasada se conformó la Comisión de Legislación General del Senado de la Nación para comenzar a tratar el proyecto de la Ley de Alquileres, entre otros temas.

Es decir, a casi tres meses de la nueva conformación del nuevo Poder Legislativo, hay comisiones que no sólo no se han reunido durante el 2023, sino que –por ende– tampoco trabajaron los proyectos pendientes. Algo que trascendió poco, pero que no deja ser el reflejo de lo que la gente cuestiona.

En esta misma línea, en aquel informe que realizó la Fundación Barbechando se advirtió que más del 60% de las comisiones del Senado no se reunieron nunca en lo que va del año.

Las sesiones en ambas cámaras durante el 2023

Si se tiene en cuenta la Cámara de Diputados, la labor legislativa fue un poco más alta que la del Senado de la Nación.

La Cámara baja sesionó seis veces, pero fueron cuatro si se descuentan las dos convocatorias, en las que el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, brindó su informe de gestión. Es decir, en cuatro ocasiones los diputados avanzaron en el tratamiento de los proyectos legislativos.

En cuanto al Senado, la realidad es más insignificante. Hubo solo tres sesiones y dentro de ellas se encuentra la Informativa que realizó Rossi, por lo cual, se pueden contar dos de ellas al momento de hablar de acción legislativa.

La última vez que se intentó sesionar fue el 12 de julio, en donde hubo expresiones en minoría porque el oficialismo no consiguió el quórum para tratar los pliegos de los funcionarios del Poder Judicial.

Cabe destacar que la última vez que la Cámara alta aprobó iniciativas fue el 13 de abril. La dinámica se vio modificada por completo cuando el Frente de Todos dejó de tener quórum propio (37) a principios de año, ya que cuatro senadores que integraban el bloque (Edgardo Kueider, Carlos “Camau” Espínola, Guillermo Snopek y María Eugenia Catalfamo) y una de sus aliadas (Alejandra Vigo) armaron su propio bloque (Unidad Federal).

A partir de ese momento, el oficialismo quedó reducido a 31 legisladores nacionales y truncó el funcionamiento de imponer su agenda propia en el Senado. El cimbronazo que generó la salida del “grupo de los 5” complicó al FdT y empantanó el debate parlamentario.

La paridad de fuerzas, tanto en Diputados como en el Senado, dificultó -aún más- el avance de los proyectos. Además, el año electoral sumó su cuota para que el Congreso se viera casi paralizado porque, más allá del trabajo en comisión, que fue escaso en el Senado, el número de sesiones fue aún más pobre.

A poco se conocerse cómo quedará el futuro Congreso, lo que mostraron los resultados de las elecciones hasta el momento es que la dispersión de votos volverá más compleja la conformación de los bloques políticos, que así tendrán mayores desafíos para hacer coincidir las agendas.

El gran punto es: ¿lograrán salir del callejón sin salida que implica no poseer mayorías en el Poder Legislativo? ¿Habrá más negociaciones y menos enfrentamientos?